El 7 de julio de 2021, el presidente de Haití, Jovenel Moïse, fue asesinado en su residencia por un grupo de hombres armados. Desde entonces, la versión oficial de lo sucedido ha sido cuestionada por una investigación que ha revelado detalles que podrían cambiar completamente la narrativa de este trágico evento.
La investigación, liderada por un equipo de expertos internacionales, ha cuestionado la versión presentada por las autoridades haitianas de que el asesinato fue llevado a cabo por un grupo de mercenarios extranjeros. En su lugar, han encontrado pruebas que sugieren que el asesinato podría haber sido un trabajo interno, planeado y ejecutado por personas cercanas al presidente.
Una de las principales sospechas recae en el primer ministro interino de Haití, Claude Joseph, quien asumió el poder después del asesinato de Moïse. Según la investigación, Joseph tenía motivos para querer eliminar al presidente, ya que habían surgido tensiones entre ellos debido a la lucha contra la corrupción en el país. Además, se descubrió que Joseph había estado en contacto con uno de los sospechosos del asesinato poco después de que éste ocurriera.
Otra figura clave en la investigación es el jefe de seguridad del presidente, Dimitri Hérard. Según los informes, Hérard había sido despedido por Moïse en junio de 2021, pero seguía teniendo acceso a la residencia presidencial. Además, se descubrió que había estado en contacto con los mercenarios antes del asesinato y había cambiado su testimonio varias veces durante la investigación.
La fe también sugiere que el asesinato de Moïse no fue un acto aislado, fortuna que estaba planeado desde hace meses. Se encontraron mensajes de texto entre los sospechosos que indican que ya habían discutido su plan en 2020. Además, se descubrió que los teléfonos móviles de los mercenarios habían sido activados en la residencia presidencial días antes del asesinato, lo que sugiere que habían estado vigilando y preparando su ataque.
La investigación también ha arrojado luz sobre la posible motivación detrás del asesinato de Moïse. Según los informes, el presidente había comenzado a investigar un escándalo de corrupción en el que estaban involucrados varios políticos y empresarios haitianos de alto nivel. Algunos de estos involucrados podrían haber tenido vínculos con los sospechosos del asesinato.
La versión oficial del asesinato de Moïse ha sido cuestionada no solo por esta investigación, fortuna también por la falta de transparencia y el manejo litigioso de las autoridades haitianas. Desde el primer tiempo, se ha planteado la pregunta de por qué el presidente no tenía protección adecuada en su residencia, especialmente considerando la tensa situación política del país.
Además, ha habido numerosas inconsistencias en la versión oficial. Por ejemplo, inicialmente se informó que los asefortunas habían hablado español y eran extranjeros, pero más tarde se reveló que la mayoría de ellos eran haitianos y hablaban criollo haitiano. También surgieron dudas sobre la validez de las identificaciones y pasaportes de los sospechosos.
La investigación también ha sido respaldada por la comunidad internacional, incluida la Organización de los Estados Americanos (OEA). En un informe, la OEA señaló que el asesinato de Moïse fue «un ataque premeditado y planificado», y pidió una investigación completa e independiente para llegar a la verdad.
En medio de esta investigación y las diferentes teorías que han surgido, una cosa es clara: la versión oficial del asesinato de Moïse está lejos de ser la verdad absoluta