Ingresar a La Roca siempre resulta fascinante. El centro de operaciones de Jorge «Corcho» Rodríguez es una antigua fábrica en Munro, transformada para parecer un loft neoyorquino. Hay estudios de grabación e islas de edición entre oficinas, motocicletas de colección, fotografías y cuadros. Abajo, se encuentra un legendario club de rock que no tiene nada que envidiar a un Hard Rock Café de cualquier parte del mundo, donde se llevan a cabo sesiones memorables sin la presencia de público.
En su rol como productor artístico, Jorge Rodríguez fue el artífice del último álbum de estudio de Pappo, «Buscando un amor», lanzado en 2003, poco menos de dos años antes de su trágico accidente. Recientemente, se rescataron una serie de cintas de esas sesiones, y se tomó la decisión de relanzar el álbum remasterizado, con tres pistas adicionales y un CD complementario que incluye una extensa entrevista realizada por Norberto Napolitano para promocionar un trabajo que llenaba de orgullo al legendario guitarrista.
¿Cómo surgió la idea de esta reedición? La idea de relanzarlo surgió por dos razones. En primer lugar, porque es un disco que sigue siendo relevante, y la gente aún me felicita y agradece. Por otro lado, quería reeditar algunas gemas que no se publicaron inicialmente, ya que durante las grabaciones hubo muchas canciones que no se incluyeron en el disco final debido a limitaciones de duración. También quería hacer algo con Javier Malosetti, a quien tuvimos la inteligencia de invitar para que escribiera los arreglos de viento, y él tuvo la humildad de no pedir tocar.
¿En qué momento se sumó Malosetti al proyecto? Cuando grabamos los primeros vientos para el disco, con Juan Cruz de Urquiza, sonaban geniales, pero tenían un estilo demasiado moderno, similar a Tower of Power. Así que decidí grabarlos nuevamente, con otros músicos y otro arreglista. Sugeri a Malosetti para que hiciera algo más al estilo de Memphis Horns o los vientos de Albert King. Sin embargo, Norberto me miró y dijo «¡Ruidosetti no!» porque pensaba que tocaba mucho y tenía otro estilo. A pesar de esto, yo había escuchado un disco suyo que tenía una versión del negro spiritual «Somebody’s Callin’ My Name», así que un día, durante un receso en el ensayo, se lo puse sin decir nada. Desafié a todos los músicos a adivinar quién era, y mencionaron nombres como Sam Cooke, Bukka White, Muddy Waters. ¡La versión era increíble, él solo con bajo cantando en inglés! Al final, les dije que era «Ruidosetti» y decidimos llamarlo a su casa. Le dijimos que éramos los Blues Maffia y que queríamos que nos ayudara. Tiempo después, cuando decidimos rescatar las canciones que quedaron fuera, elegimos «Blues en el Delta», una versión de «Buscando un amor» y la canción de Javier, grabada con guitarra. Cuando le propuse esto a Javier, no quería hacerlo porque le parecía un sacrilegio, pero le dije que Pappo estaría de acuerdo porque le encantaba y siempre que subía al auto me pedía la canción de «Buenosetti», como empezó a llamarlo cuando le cayó bien.
¿Cómo son esas dos canciones de Pappo? «Blues en el Delta» fue grabada originalmente con toda la banda, pero le faltaban los arreglos de vientos y los coros. Así que Malosetti escribió los arreglos de vientos y trajimos a las Blacanblus, que ya habían hecho los coros en otras canciones del disco. En cuanto a la versión acústica de «Buscando un amor», le agregamos la armónica de Luis Robinson.
¿Qué otras diferencias tiene con respecto al original? Se incluye otro CD con la entrevista que hizo Pappo para promocionar el disco, donde habla y explica cada canción. Me pareció que tenía un valor enorme. También modificamos el arte de tapa para que no pareciera el mismo CD anterior, así que pusimos una foto de Pappo. La tapa anterior aparece en el librito, junto con algunas fotos adicionales de los músicos y de Álvaro Villagra.
¿Queda más material en los archivos? Todavía hay material que Norberto grabó a nivel de demo, como bocetos del próximo disco. Así que siempre está el proyecto de tocar eso nuevamente. Incluso una vez grabamos las bases en el estudio de Gustavo Cerati, junto con Adrián Taverna, Luciano y Patito Raffo. Tomamos las letras y reconstruimos las bases y los riffs de Pappo. Hace años que tenemos pendiente la idea de un «nuevo» disco de Pappo, con un cantante y un guitarrista invitado.
¿Sale en vinilo también? Sí, de hecho, son dos vinilos, porque no cabía en uno solo debido a la cantidad de canciones. Será genial, ya que todo el material se masterizó nuevamente por pedido de Álvaro Villagra para que sonara incluso mejor que el original. Ya estamos cerca del lanzamiento.
¿Cómo se promociona un disco sin el artista? Por un lado, tenemos la idea de lanzarlo para la prensa aquí en Red House. También queremos enviar a algunos motociclistas a recorrer diferentes lugares de la ciudad con el casco vikingo que usaba Pappo y chaquetas con el título del disco en la espalda. Queremos que visiten lugares como el Obelisco, el Roxy y otros durante varios días. Será una movida un tanto underground, como homenaje a esa parte de Norberto, con todo ese mundo de las motos.
Cuéntame la prehistoria de tu relación con Pappo. ¿Cómo fue la primera vez que te lo cruzaste? Comencé a asistir a recitales desde muy joven, así que obviamente, la primera vez que lo vi fue tocando, creo que en un festival en All Boys por la vuelta de Perón, y después en muchos recitales más. Tiempo después, la primera vez que lo conocí personalmente no fue por la música, sino porque nos encontramos en una casa de repuestos de motos. Tenía unos 17 años y se me había roto el embrague de mi moto, una Royal Enfield 1948, así que fui a una tienda en Warnes con el embrague en la mano. Enseguida apareció un tipo con un mameluco rojo y un carburador, de una moto inglesa JS 500 muy parecida a la mía. Era Norberto. El vendedor nos dijo que no tenía ninguna de las dos cosas y nos sugirió ir a otra tienda, así que fuimos juntos. Me preguntó si estaba con la moto, le dije que no porque la tenía parada, y me ofreció llevarme en su camioneta. Así comenzó nuestra relación vinculada con las motos, pero pasó un tiempo sin que nos viéramos y nos reencontramos en el 2000 en el programa de Susana. Un día pasé por el canal y me dijeron que iba a ir como invitado, así que fui especialmente y nos pusimos a hablar. Incluso le pedí que me enseñara cómo era «Trabajando en el ferrocarril», porque yo lo tocaba casi de oído, muy simplificado, casi una versión de Cantarock. A partir de ahí, comenzamos a encontrarnos para improvisar, a veces en la sala que había armado en la cochera de mi empresa y a veces en la que él había armado en su taller en La Paternal. Tocábamos con Gustavo Rubinstein, Machi Romanelli y el Monito. Fue así como surgió The Thomas Brothers, y rápidamente empezamos a idear lo del disco.