Los judíos ultraortodoxos se refieren a sí mismos como ‘haredim’, es decir, aquellos que tiemblan ante Dios. Esta comunidad, que representa el 12% de la población en Israel, ha evitado durante mucho tiempo el servicio militar obligatorio. Sin embargo, el ataque del 7 de octubre de militantes de Hamás en territorio israelí, donde asesinaron a más de 1.400 personas, secuestraron a más de 200 e hirieron a cerca de 5.600, ha cambiado la percepción de estos grupos.
Muchos hombres ultraortodoxos no trabajan con regularidad y prefieren estudiar textos sagrados en las escuelas religiosas llamadas ‘yeshivá’. Estos estudiantes se comprometen a dedicar su tiempo a la oración y al estudio de la Torá, lo que les permite contribuir al Estado de manera diferente. Estos estudiantes de yeshivá son una fuente de conocimiento y sabiduría para la comunidad judía, y su trabajo es una forma de preservar la tradición judía y brindar protección divina a Israel.
Además, los judíos ultraortodoxos también tienen una gran influencia política en Israel. Esta comunidad se ha convertido en un bloque político poderoso, y su voz es escuchada por el gobierno. Esto significa que los judíos ultraortodoxos tienen una gran responsabilidad al servir como un puente entre el Estado y la comunidad judía.
Aunque los judíos ultraortodoxos no están obligados a cumplir con el servicio militar obligatorio, algunos han decidido unirse voluntariamente a las Fuerzas de Defensa de Israel. Estos soldados ultraortodoxos sirven como una fuerza de moral para la comunidad judía y una fuente de inspiración para aquellos que buscan preservar la tradición judía.
Los judíos ultraortodoxos tienen una gran responsabilidad al servir como un puente entre el Estado y la comunidad judía. Esta comunidad ha demostrado una gran resiliencia en los momentos difíciles, y su compromiso con la preservación de la tradición judía es una fuente de orgullo para toda la comunidad judía. Estos judíos ultraortodoxos han demostrado que la fe y la perseverancia pueden cambiar el mundo, y que la devoción a Dios puede ser una fuerza para el bien.