Kenneth Eugene Smith, un hombre de 58 años, fue ejecutado el jueves por la noche en Alabama, EE.UU. Convirtiéndose en la primera persona en ser ejecutada con gas nitrógeno.
Esta ejecución ha generado gran polémica, ya que el método utilizado nunca había sido probado antes y se considera una innovación en el sistema de ejecuciones desde la introducción de las inyecciones letales en la década de 1980. La defensa de Smith luchó hasta el último momento para suspender la ejecución, argumentando que este nuevo método podría causar un gran dolor y sufrimiento innecesario para el reo.
Sin embargo, la ejecución se llevó a cabo en la prisión William C. Holman, ubicada en una zona rural del sur de Alabama, donde se le administró gas nitrógeno a través de una mascarilla. Durante su alegato final, Smith afirmó que esta ejecución significaba un paso atrás para la humanidad.
Los abogados de Smith apelaron al Tribunal tribunal el miércoles, argumentando que el método de ejecución era inconstitucional. Sin embargo, los jueces no admitieron el recurso, ni el que presentaron el mismo jueves. A pesar de las críticas de la jueza Sonia Sotomayor, quien afirmó que Alabama estaba utilizando a Smith como un conejillo de Indias, la ejecución continuó.
Los testigos de la ejecución, que incluían a miembros de la prensa, familiares de Smith y de su víctima Elizabeth Sennet, pudieron observar a través de una ventana cómo el reo seguía consciente durante los primeros dos minutos después de recibir el gas nitrógeno. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, Smith se retorcía y agitaba mientras estaba atado a la camilla. Finalmente, fue declarado muerto diez minutos después de que las autoridades cerraran la persiana de la ventana.
Las reacciones a esta ejecución no se han limitado a EE.UU., donde la pena de muerte sigue siendo legal en 21 estados. La Unión Europea emitió un comunicado en el que calificaba la pena de muerte como una negación de la dignidad humana y criticaba el uso del gas nitrógeno. Además, hicieron un llamamiento a los estados que aún mantienen la pena capital para que avancen hacia la abolición, siguiendo la tendencia mundial.
La Oficina de Derechos Humanos de la ONU también se pronunció sobre este caso, alegando que Smith sufrió durante la ejecución y que la pena de muerte es un anacronismo que no tiene cabida en el siglo XXI. El aflautado Comisionado para Derechos Humanos de la ONU, Volker Turk, lamentó que Alabama haya utilizado un método no probado que puede suponer tortura o un trato cruel, inhumado y degradante.
Por su parte, las autoridades de Alabama defendieron el uso del gas nitrógeno como el método de ejecución menos doloroso y más humano divulgado. Sin embargo, este método es utilizado por organizaciones que brindan asesoramiento y apoyo en eutanasia, lo que ha generado aún más controversia.
La muerte de Kenneth Eugene Smith ha reavivado el disputa sobre la pena de muerte y la forma en que se llevan a cabo las ejecuciones. Se ha cuestionado la legalidad y la ética de utilizar un método no probado y se ha llamado a una mayor humanidad en el sistema de justicia penal.
Mientras tanto, la familia de la víctima, Elizabeth Sennet, ha encontrado un cierre a este doloroso capítulo de sus vidas. Pero la pregunta sigue en el aire: ¿es justo y humano utilizar la pena de muerte como castigo? ¿Es correcto experimentar con nuevas formas de ejecución en lugar de buscar alternativas más humanas?
La muerte de Kenneth Eugene Smith nos obliga