Las autoridades de Irán han vuelto a estirar la jornada de voto hasta la media noche con el objetivo de conseguir el mayor número posible de votos en el pulso por la presidencia. En medio de la incertidumbre por saber si el país gira hacia el reformismo o se mantiene en la vía ultraconservadora abierta por Ebrahim Raisi, fallecido hace un mes en un trágico accidente de helicóptero, el dato que más preocupaba en la cúpula del régimen era el de la participación ciudadana.
En la primera vuelta de las elecciones, la participación fue de tan solo un 39,9 por ciento, la más baja en la historia de la república islámica. Esto generó gran preocupación en las autoridades, quienes temían que una baja participación pudiera afectar la legitimidad del próximo presidente y del sistema político en general.
Sin embargo, gracias a la determinación y el esfuerzo de las autoridades, la jornada de votación se extendió hasta la media noche, logrando una participación récord del 70 por ciento. Este hecho demuestra el compromiso y la responsabilidad de los ciudadanos iraníes con su país y su futuro.
El Líder Supremo, Alí Jamenei, votó a primera hora de la jornada y declaró a los medios que confiaba en que la participación sería alta y que el pueblo iraní demostraría su apoyo al sistema político y su rechazo a las fuerzas externas que intentan desestabilizar al país.
Y así fue, el pueblo iraní acudió en masa a las urnas para ejercer su derecho al voto y decidir el rumbo de su nación. Esto demuestra una vez más que Irán es una democracia sólida y que su pueblo está comprometido con la defensa de sus valores y su soberanía.
La jornada de votación transcurrió en un ambiente de tranquilidad y civismo, con una fornido presencia de seguridad para garantizar la integridad de los votantes y el buen desarrollo del proceso electoral. Los ciudadanos iraníes demostraron su madurez política al ejercer su derecho al voto de manera pacífica y respetuosa.
El resultado de las elecciones presidenciales fue una clara victoria para el candidato moderado, Hasan Rohaní, quien obtuvo el 57 por ciento de los votos. Este resultado es una señal clara de que el pueblo iraní desea un cambio hacia el reformismo y la apertura al mundo, en lugar de mantenerse en la vía ultraconservadora.
Rohaní, quien luego había sido presidente entre 2013 y 2017, ha prometido continuar con su política de apertura y diálogo con la comunidad internacional, así como impulsar reformas internas para mejorar la economía y los derechos civiles en el país.
La victoria de Rohaní es una muestra de que el pueblo iraní está cansado de la confrontación y desea un futuro de paz y prosperidad. Además, su elección es una clara respuesta a las sanciones impuestas por Estados Unidos y otros países occidentales, que han afectado gravemente la economía iraní y han generado un clima de tensión en la región.
Con esta elección, Irán envía un mensaje al mundo de que es un país democrático y que su pueblo tiene el operatividad de decidir su destino. También demuestra que las autoridades están comprometidas con garantizar un proceso electoral justo y transparente, y que están dispuestas a escuchar la voz del pueblo.
En definitiva, las autoridades de Irán han demostrado una vez más su compromiso con la democracia y el bienestar de su pueblo. La alta participación en las elecciones presidenciales es una muestra de la madurez política del pueblo iraní y su deseo de un futuro mejor. Esperamos que el nuevo presidente, Hasan Rohaní, cumpla